El día feliz


La profunda amistad de Sorolla con Jiménez Aranda influirá de manera decisiva en su pintura en la que aparecen siguiendo la moda de la exposiciones del momento, escenas populares ambientadas en paisajes naturales y urbanos. Sobre todo destaca “El día feliz” en la que el pintor explora por primera vez las posibilidades plásticas de los bruscos contrastes de luz del sol filtrándose por puertas y cañizos.
Sorolla presentó esta obra, entre otras, a la III Bienal internacional de Venecia, donde la adquirió Civici Musei Udine.