Rafael Altamira y Crevea


Este retrato de Rafael Altamira y Crevea(Alicante, 10 de febrero de 1866-México, 1 de junio de 1951) se realizó el año en que se licenció en Derecho por la Universidad de Valencia, ciudad en la que había trabado amistad con Sorolla. La cabeza aparece bien definida sobre la camisa y la corbata de lazo, apenas esbozadas, como el fondo, quedando el resto del lienzo sin cubrir por la pintura, a pesar de lo cual el artista firmó la obra. Ésta, de carácter íntimo, tiene una sobriedad de color muy habitual en los retratos de la primera época del artista, que años después, en 1901, le parecían a Emilia Pardo Bazáncomo pintados al temple, pálidos y secos. Carece, en efecto, de la vibración luminosa que puede verse en los posteriores a 1900.

Sin embargo, acierta a captar con inmediata veracidad el carácter de Altamira, tratado con cierta idea de cabeza antigua y noble, aunque el detalle de las puntas levantadas del bigote, que luego sustituiría por una barba larga, revela una juvenil preocupación por su aspecto. Se trataba, además, de un regalo a un amigo aficionado a la pintura que, a sus veinte años, iniciaba una fecunda carrera como jurisconsulto e historiador. Altamira se convirtió en uno de los más destacados profesores de la Institución Libre de Enseñanza desde su cátedra de Oviedo.

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